Bienvenidos

Soy el mismo de siempre. Con las mismas alforjas llenas de amargo vacío y rabia. Bienvenidos seais. Incluso los que me odian. Seréis todos correspondidos.

martes, 11 de enero de 2011

El amor son 20 cm

Poquita cosa.

Alrededor de los 20 cm, es cierto -y en cálculo generoso por aquello, ya sabéis, de no herir susceptibilidades (que en esto, y explicables, pobrecitos, si que las hay)-; y aunque marginando femeninas ensoñaciones ultramarinas (mas bien extraterrenas, mas bien inhumanas), alcanzan a llenar lo suficiente. A cumplir.

El amor es algo así como sobarse entre gruñidos inhumanos bajo un edredón manchado. Y mucho mejor si es ante las cámaras, el ojo de una otrora inimaginada e inverosímil afición; la sacrosanta audiencia, zafia y ávida de miserias -y de cornamentas- que aplaudirá la gesta. Con mayor ardor si hace daño a alguien, eso si. Y mejor si llora compungido ante las cámaras. Este pobre don nadie haragán que así se cubrirá de gloria.

Y luego, al final del chiki chiki, siempre habrá un Julio Iglesias arrobado que rebozará la postrera escena de los tesoneros amadores tras su escarceo. Que ofrecerá un te quiero te quiero te quiero al folleteo más desesperado y urgente; más vulgar. Para darle así autenticidad. Sobre todo eso, autenticidad.

Mirad allí a esa panda de haraganes imberbes que generosos -dirán los sesudos comentaristas- os exhiben su vida, tan gloriosa. Os la ofrecen, os la entregan; para que os regodeis en sus pequeñitas hazañas, para que respireis así el humo de su fatuidad. Para que olais sus pedos y os comais su mierda. Que pena ¿verdad? que no os dejen oirlos; que no os dejen verla.

Pero no, no es eso, no. Esto es amor; el genuino y eterno amor que florece en el páramo, en el más cochambroso cuchitril donde residen los nuevos heroes de la sociedad. Estabulados. Porque el amor es así. Florece inopinado en el más inhóspito erial. Entre la carnaza que devora una domesticada jauría.

El amor es mancha de semen en el pelo de una rubia falsa. Un liviano tatuaje de quita y pon en el culo prieto de un macarrilla.

Ahora id vosotros y cantadlo.


Que el amor, cierto es, es poca cosa. Pero da para mucho.